Lo que un día pensé que sería lo único que necesitaría me dejó en pelotas a diez grados bajo cero. A deshoras viajé con dos copas de whisky me alivié, dormí empapado de lágrimas y brindé con copas de cristal que buscaban unos labios que mojar. Decidí que no podía seguir así y no suelo equivocarme en todo. Ahora todo es tan diferente, quizás sea mi recompensa o una mala cabeza que quiso hacerse daño y sufrirlo todo de una vez.
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